Llega otro viernes y aquí estamos con todos vosotros con el fin de encontrar sitios nuevos en los que tapear y pasar un rato agradable. Aunque esta vez, todo hay que decirlo, puede que nuestra propuesta sea más que conocida por buena parte de los granadinos.
Y es que hemos acudido al bar Casa Julio, un emblemático local de Granada, especializado en pescado con toda una larga trayectoria a sus espaldas.
Un pequeño bar situado en la calle Hermosa, una perpendicular a Plaza Nueva y la calle Elvira a cuya salida podemos vislumbrar en lo alto la Torre de la Vela. Un bar muy cercano a otros tan conocidos cómo puede ser el Bar León, Los Diamantes de Plaza Nueva, La Castellana, las Bodegas Castañeda o las conocidas Bodegas La Mancha.
Un local pequeño y si decimos pequeño lo mismo nos quedamos cortos. Si entran 20 personas ya están apretados y es que buena parte del encanto lo tiene la barra de aluminio y azulejos coloridos que ocupa todo el local con el baño y su particular diseño a un lado.
Tras la barra se amontonan los recuerdos, pues por Casa Julio han pasado ya varios propietarios. Ha perdido parte de su encanto, al tener un color más vivo en las paredes, una iluminación más intensa o incluso por la ausencia de la vieja casa registradora, ahora sustituida por un moderno TPV.
Ah, y no olvidamos los añejos servilleteros... ahora más modernos y patrocinados pero sin ese encanto tan particular.
Nosotros llegamos a las 20.15 horas, momento de la apertura y al entrar ya había cuatro clientes. Si quieres encontrar sitio no te puedes retrasar y es que el pescado y los bares con este tipo de propuestas tienen mucho tiro...
Pedimos dos cañas, de grifo, bien fresquitas. Con un servicio rápido y eficaz, sólo nos quedaba por ver la tapa que no es a elegir.
Y claro, tenía que ser pescado, cómo así fue. Un plato de cazón en adobo (el que fuera rosada lo doy por imposible o casi) que presentaba un buen sabor, con una textura del rebozado bastante buena.
Estaba acompañado de dos medias rodajas de tomate que hacían por una parte contraste de sabor y por otra le daban un toque de color al plato.
No hay mucho más que contar de esta primera tapa así que avanzamos, puesto que no tardamos demasiado en dar buena cuenta para volver a pedir dos rondas.
De nuevo dos cañas y mientras servían la tapa un detalle. Nada de hilo musical o complejos sistemas de sonido. Una pequeña radio, de esas que siempre hemos tenido en casa es la que daba ambiente al bar.
Algo que comentamos en el momento en que llegó la segunda tapa. Un plato de boquerones fritos ligeramente adobados, acompañados de unas aceitunas.
Cómo en el caso anterior, buen sabor y buena fritura para esta segunda tapa. Tanto es así que estuvimos tentados de pedir alguno de los platos que aparecían en la carta o en las sugerencias. Las croquetas, por lo que vimos alrededor, parecían tener bastante éxito.
Al final y entre la duda de pedir un vermouth o un palo "cortao", terminamos pidiendo de nuevo dos cañas quedamos a la espera de la tercera tapa.
De nuevo pescado, esta vez pescada con dos langostinos. No probé los langostinos (ya sabéis que el marisco no me gusta) y en este caso tampoco la pescada, pues no me gusta cuando lleva piel.
Esta se podía quitar fácilmente, es cierto, pero no me conquistó de entrada. No obstante por el aspecto se pudo ver que estaba bien frita, algo que confirmó mi acompañante y presentaba un buen sabor.
Tres rondas tras las que decidimos pedir la cuenta y abandonar el local. Un total de 12 euros por lo que la cuenta sale fácil: 2 euros por cada cerveza.
Un local emblemático de Granada al que seguro regresamos. Y cómo propina os dejamos con la anterior crónica que tenemos de Casa Julio, hace ya siete años y así comparáis cómo ha evolucionado el bar y nuestro blog.
Y llegados a este punto, estas serían las conclusiones.
Local coqueto, con una decoración añeja pero con encanto
El sabor a antigüo
Para algunos no elegir la tapa
Lo difícil que es encontrar hueco
Y es que hemos acudido al bar Casa Julio, un emblemático local de Granada, especializado en pescado con toda una larga trayectoria a sus espaldas.
Un pequeño bar situado en la calle Hermosa, una perpendicular a Plaza Nueva y la calle Elvira a cuya salida podemos vislumbrar en lo alto la Torre de la Vela. Un bar muy cercano a otros tan conocidos cómo puede ser el Bar León, Los Diamantes de Plaza Nueva, La Castellana, las Bodegas Castañeda o las conocidas Bodegas La Mancha.
Un local pequeño y si decimos pequeño lo mismo nos quedamos cortos. Si entran 20 personas ya están apretados y es que buena parte del encanto lo tiene la barra de aluminio y azulejos coloridos que ocupa todo el local con el baño y su particular diseño a un lado.
Tras la barra se amontonan los recuerdos, pues por Casa Julio han pasado ya varios propietarios. Ha perdido parte de su encanto, al tener un color más vivo en las paredes, una iluminación más intensa o incluso por la ausencia de la vieja casa registradora, ahora sustituida por un moderno TPV.
Ah, y no olvidamos los añejos servilleteros... ahora más modernos y patrocinados pero sin ese encanto tan particular.
Nosotros llegamos a las 20.15 horas, momento de la apertura y al entrar ya había cuatro clientes. Si quieres encontrar sitio no te puedes retrasar y es que el pescado y los bares con este tipo de propuestas tienen mucho tiro...
Pedimos dos cañas, de grifo, bien fresquitas. Con un servicio rápido y eficaz, sólo nos quedaba por ver la tapa que no es a elegir.
Y claro, tenía que ser pescado, cómo así fue. Un plato de cazón en adobo (el que fuera rosada lo doy por imposible o casi) que presentaba un buen sabor, con una textura del rebozado bastante buena.
Estaba acompañado de dos medias rodajas de tomate que hacían por una parte contraste de sabor y por otra le daban un toque de color al plato.
No hay mucho más que contar de esta primera tapa así que avanzamos, puesto que no tardamos demasiado en dar buena cuenta para volver a pedir dos rondas.
De nuevo dos cañas y mientras servían la tapa un detalle. Nada de hilo musical o complejos sistemas de sonido. Una pequeña radio, de esas que siempre hemos tenido en casa es la que daba ambiente al bar.
Algo que comentamos en el momento en que llegó la segunda tapa. Un plato de boquerones fritos ligeramente adobados, acompañados de unas aceitunas.
Cómo en el caso anterior, buen sabor y buena fritura para esta segunda tapa. Tanto es así que estuvimos tentados de pedir alguno de los platos que aparecían en la carta o en las sugerencias. Las croquetas, por lo que vimos alrededor, parecían tener bastante éxito.
Al final y entre la duda de pedir un vermouth o un palo "cortao", terminamos pidiendo de nuevo dos cañas quedamos a la espera de la tercera tapa.
De nuevo pescado, esta vez pescada con dos langostinos. No probé los langostinos (ya sabéis que el marisco no me gusta) y en este caso tampoco la pescada, pues no me gusta cuando lleva piel.
Esta se podía quitar fácilmente, es cierto, pero no me conquistó de entrada. No obstante por el aspecto se pudo ver que estaba bien frita, algo que confirmó mi acompañante y presentaba un buen sabor.
Tres rondas tras las que decidimos pedir la cuenta y abandonar el local. Un total de 12 euros por lo que la cuenta sale fácil: 2 euros por cada cerveza.
Un local emblemático de Granada al que seguro regresamos. Y cómo propina os dejamos con la anterior crónica que tenemos de Casa Julio, hace ya siete años y así comparáis cómo ha evolucionado el bar y nuestro blog.
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Y llegados a este punto, estas serían las conclusiones.
Local coqueto, con una decoración añeja pero con encanto
El sabor a antigüo
Para algunos no elegir la tapa
Lo difícil que es encontrar hueco
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