Esta semana vuelven las crónicas y lo hacemos apurando los que en teoría deben ser los últimos días en los que poder disfrutar de una terraza. Eso es al menos lo que sería habitual sino fuese por las temperaturas que nos acompañan.
Para esta ocasión nos hemos quedado en la zona del Jardín de la Reina, una ubicación a medio camino entre Arabial y el Zaidín en la que ya hace dos semanas probamos las tapas de La Esquinita de Juan. Y en esa ocasión nos quedamos con las ganas de visitar El Despacho, algo que no hemos tardado en subsanar.
El Despacho es un pequeño y coqueto bar situado en la calle Arabial muy cerca de la entrada por la Avenida Fernando de los Ríos. Cerca tenemos otros locales como El Rondel, La Cabaña del Río, Bar Chencho, La Esquinita de Juan... una zona con una interesante actividad gastronómica.
Y cómo decimos, es un local pequeño, dominado casi en su totalidad por una barra en forma de "L". De hecho, en el exterior hay un barril a modo de mesa que complementa la barra y las tres mesas de la terraza. El interior acogedor, con la madera dominando todo el local y siempre muy bien atendidos.
Y dado que hacía buen tiempo, el barril fue nuestra primera ubicación mientras nos atendían y pedíamos dos cervezas, esta vez Estrella Galicia de grifo.
Las tapas son a elegir de entre la variedad que aparece en la carta y en la que se observa un dominio claro de embutidos, chacinas y quesos. Tapas que no requieren excesiva preparación ya que el local no tiene cocina.
Y para esta primera ronda pedimos morcilla de Güejar Sierra y lomo ibérico asado, el cual nos comentó el camarero, muy agradable, que presentaba un gran sabor.
No tardaron en llegar si bien al quedar una mesa libre en la terraza terminamos "pasando" a desalojar el barril tapa en mano.
La morcilla servida en un pequeño montadito tenía un gran sabor con el toque que le da el haber sido mareada. En lo que respecta al lomo asado, nos encontramos con una presentación en forma de bastones acompañados por una rebanada de pan con aceite. Una tapa sabrosa ideal para abrir la noche y como nos dijeron, con un gran sabor.
Ya en la mesa volvimos a pedir una segunda ronda de nuevo con dos cervezas de grifo mientras el reloj marcaba las diez de la noche y el local se llenaba con un nutrido grupo de clientes.
Una segunda ronda para la cual optamos por pedir panceta ibérica y paté de ciervo. Dos tapas que vinieron servidas por separado, en dos platos distintos y con dos sabores diametralmente distintos.
Acompañadas en ambos casos por unas rebanadas de pan (en la panceta con aceite), el paté ofrecía un sabor suave y una agradable textura. Nada que ver con los sabores fuertes que otras veces hemos probado. Y haciendo frente la panceta, con su característico sabor salado que mezclaba a la perfección con el sabor del pan con aceite.
De nuevo y como en el caso anterior, las tapas no son grandes, si bien por otra parte tampoco era lo que buscábamos. Queríamos probar el ambiente de un bar tipo taberna y por ahora nos estaba gustando.
Así que pedimos una tercera ronda para probar otras dos tapas de la carta. Otras dos cervezas que esta vez iban a estar acompañadas de queso al romero y una tosta de sobrasada con queso.
Respecto a la primera, el queso, suave y cremoso venía presentado en taquitos y de nuevo acompañado por pan con aceite. Una tapa típica de las noches de verano que pega sobre todo con un buen vino como el que estaban tomando otros clientes. Muy buena.
La tosta de sobrasada con queso era la otra propuesta y resultó igual de interesante, sobre todo por el sabor y la textura que se conseguía al haberla pasado por la salamandra.
Una tercera ronda tras la que decidimos abonar la cuenta. Un total de 12 euros por las seis consumiciones a una fácil media de 2 euros por cada una de las cervezas. Un bar al que seguro regresamos.
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Y cómo decimos, es un local pequeño, dominado casi en su totalidad por una barra en forma de "L". De hecho, en el exterior hay un barril a modo de mesa que complementa la barra y las tres mesas de la terraza. El interior acogedor, con la madera dominando todo el local y siempre muy bien atendidos.
Y dado que hacía buen tiempo, el barril fue nuestra primera ubicación mientras nos atendían y pedíamos dos cervezas, esta vez Estrella Galicia de grifo.
Las tapas son a elegir de entre la variedad que aparece en la carta y en la que se observa un dominio claro de embutidos, chacinas y quesos. Tapas que no requieren excesiva preparación ya que el local no tiene cocina.
Y para esta primera ronda pedimos morcilla de Güejar Sierra y lomo ibérico asado, el cual nos comentó el camarero, muy agradable, que presentaba un gran sabor.
No tardaron en llegar si bien al quedar una mesa libre en la terraza terminamos "pasando" a desalojar el barril tapa en mano.
La morcilla servida en un pequeño montadito tenía un gran sabor con el toque que le da el haber sido mareada. En lo que respecta al lomo asado, nos encontramos con una presentación en forma de bastones acompañados por una rebanada de pan con aceite. Una tapa sabrosa ideal para abrir la noche y como nos dijeron, con un gran sabor.
Ya en la mesa volvimos a pedir una segunda ronda de nuevo con dos cervezas de grifo mientras el reloj marcaba las diez de la noche y el local se llenaba con un nutrido grupo de clientes.
Una segunda ronda para la cual optamos por pedir panceta ibérica y paté de ciervo. Dos tapas que vinieron servidas por separado, en dos platos distintos y con dos sabores diametralmente distintos.
Acompañadas en ambos casos por unas rebanadas de pan (en la panceta con aceite), el paté ofrecía un sabor suave y una agradable textura. Nada que ver con los sabores fuertes que otras veces hemos probado. Y haciendo frente la panceta, con su característico sabor salado que mezclaba a la perfección con el sabor del pan con aceite.
De nuevo y como en el caso anterior, las tapas no son grandes, si bien por otra parte tampoco era lo que buscábamos. Queríamos probar el ambiente de un bar tipo taberna y por ahora nos estaba gustando.
Así que pedimos una tercera ronda para probar otras dos tapas de la carta. Otras dos cervezas que esta vez iban a estar acompañadas de queso al romero y una tosta de sobrasada con queso.
Respecto a la primera, el queso, suave y cremoso venía presentado en taquitos y de nuevo acompañado por pan con aceite. Una tapa típica de las noches de verano que pega sobre todo con un buen vino como el que estaban tomando otros clientes. Muy buena.
La tosta de sobrasada con queso era la otra propuesta y resultó igual de interesante, sobre todo por el sabor y la textura que se conseguía al haberla pasado por la salamandra.
Una tercera ronda tras la que decidimos abonar la cuenta. Un total de 12 euros por las seis consumiciones a una fácil media de 2 euros por cada una de las cervezas. Un bar al que seguro regresamos.
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