Otra semana en la que regresamos fieles a nuestra cita con el mejor tapeo y lo hacemos con un local que ya ha pasado por el blog y que pasa por ser uno de los que mejores comentarios destapa en las redes sociales.
Hablamos de la Taberna Carré, un local de ambiente relajado y cocina distinta situado en la calle Marqués de Mondejar la que acudimos para probar de nuevo sus tapas.
Una zona, la de la Alhamar, con múltiples alternativas cómo pueden ser El Sacacorchos, Los Pensadores, El Tinglao, Garden Plaza, Ra and Go, Britannia, La Fonda, Casa Alfonso, La Patrona, La Taberna Granaina, Sybarita, El Rincón del Cofrade, El Trastero o La Pizarra .
Y es que llegamos a eso de las nueve de la noche, con casi todos los locales llenos en la ciudad, algo de esperar visto el buen tiempo que nos ha acompañado en Semana Santa. De hecho al llegar nos tuvimos que sentar en una de las mesas altas que quedaban libres pues tanto la barra como el resto de las mesas altas estaban ocupadas.
Había dos grupos de clientes cuando llegamos haciendo bastante ruido, lo que era una lastima, pues el alcohol hacía mella en un ambiente muy agradable. No obstante la atención por parte del camarero/cocinero fue estupenda y enseguida nos preguntó que queríamos.
Dos cervezas contestamos, para esta primera ronda en la que nos quedamos esperando la tapa que aunque no era a elegir no tardón en exceso. Temía que fueran almejas pero finalmente no fue así y nos sirvieron dos pequeñas raciones de hummus servidas en un curioso recipiente como es un mortero.
Buena presentación y mejor sabor con los aderezos que llevaba y que hicieron que nos supiera a poco.
El local no es excesivamente amplio y junto a las mesas altas e el interior cuenta con otras mesas para comer a base de los platos que ofrecen en la carta. Igualmente cuentan con una terraza disponible cuando llega el buen tiempo en una calle que aunque con tráfico, es muy tranquila.
No tardamos en dar buena cuenta de la primera ronda y mientras logramos cambiar de mesa, pues una pareja había abandonado la mesa alta en la entrada y ese sitio fue el que ocupamos, algo más alejada de la barra pero también con menos interferencias acústicas de nuestros vecinos de bar.
Y a la par nos pedimos una segunda ronda mientras hojeábamos la carta con los platos y sugerencias. Una segunda ronda de la que guardábamos curiosidad por la tapa tras la excelente impresión de la primera.
Pero en esta ocasión no fue así. No por mala, no, pero es que la primera estuvo a un nivel muy alto que esta segunda no logró igualar.
Se trataba de dos biscotes, con una loncha de cabezada de cerdo. Estaba buena, pero algo sosa de sabor y en conjunto pecando de algo de miga.
Además, fue terminar el plato y una de las copas cuando el otro camarero nos las retiró de la mesa sin preguntar siquiera si podía hacerlo. Un detalle feo el dejar la mesa vacía cuando tenía sitio libre de sobra en el bar.
En ese momento parecía que el local recuperaba parte de su tranquilidad al salir algunos clientes a fumar, momento que aprovechamos para pedir una tercera ronda.
De nuevo dos cervezas, Alhambra ponía el grifo, que servidas en copa vinieron acompañadas de su tapa.
¿Repetiríamos el éxito de la primera? ¿El sabor agridulce de la segunda? Y esta vez de nuevo una grata sorpresa gracias a dos cuencos de ensaladilla rusa casera o al menos eso dejaba indicar el sabor, suave y cremoso para acompañar a unas patatas que nada tenían que ver con las menestras congeladas que sirven en otros establecimientos.
Muy bien presentada y con mejor sabor y ya con el ambiente más relajado (no en vano eran casi las 11 de la noche) sin embargo se volvió a repetir el hecho de la segunda ronda. Terminadas copas y plato, de forma inmediata fueron retirados.
Un gesto que nos hizo abandonar el local en lugar de pedir algo de la carta cómo teníamos pensado por lo que nos dispusimos a pedir la cuenta.
Un total de 12 euros que cómo se puede ver en la foto se corresponden con un parcial de 2 euros por cada una de las cervezas. Un local con una excelente cocina que sin embargo debería cuidar algunos detalles como son la atención (demasiado precipitada), el orden (no puede ser que la barra estuviera llena de copas, platos y vasos y estuviera el bar tranquilo) así cómo que sea el mismo cocinero el que atiende las mesas.
Hablamos de la Taberna Carré, un local de ambiente relajado y cocina distinta situado en la calle Marqués de Mondejar la que acudimos para probar de nuevo sus tapas.
Una zona, la de la Alhamar, con múltiples alternativas cómo pueden ser El Sacacorchos, Los Pensadores, El Tinglao, Garden Plaza, Ra and Go, Britannia, La Fonda, Casa Alfonso, La Patrona, La Taberna Granaina, Sybarita, El Rincón del Cofrade, El Trastero o La Pizarra .
Y es que llegamos a eso de las nueve de la noche, con casi todos los locales llenos en la ciudad, algo de esperar visto el buen tiempo que nos ha acompañado en Semana Santa. De hecho al llegar nos tuvimos que sentar en una de las mesas altas que quedaban libres pues tanto la barra como el resto de las mesas altas estaban ocupadas.
Había dos grupos de clientes cuando llegamos haciendo bastante ruido, lo que era una lastima, pues el alcohol hacía mella en un ambiente muy agradable. No obstante la atención por parte del camarero/cocinero fue estupenda y enseguida nos preguntó que queríamos.
Dos cervezas contestamos, para esta primera ronda en la que nos quedamos esperando la tapa que aunque no era a elegir no tardón en exceso. Temía que fueran almejas pero finalmente no fue así y nos sirvieron dos pequeñas raciones de hummus servidas en un curioso recipiente como es un mortero.
Buena presentación y mejor sabor con los aderezos que llevaba y que hicieron que nos supiera a poco.
El local no es excesivamente amplio y junto a las mesas altas e el interior cuenta con otras mesas para comer a base de los platos que ofrecen en la carta. Igualmente cuentan con una terraza disponible cuando llega el buen tiempo en una calle que aunque con tráfico, es muy tranquila.
No tardamos en dar buena cuenta de la primera ronda y mientras logramos cambiar de mesa, pues una pareja había abandonado la mesa alta en la entrada y ese sitio fue el que ocupamos, algo más alejada de la barra pero también con menos interferencias acústicas de nuestros vecinos de bar.
Y a la par nos pedimos una segunda ronda mientras hojeábamos la carta con los platos y sugerencias. Una segunda ronda de la que guardábamos curiosidad por la tapa tras la excelente impresión de la primera.
Pero en esta ocasión no fue así. No por mala, no, pero es que la primera estuvo a un nivel muy alto que esta segunda no logró igualar.
Se trataba de dos biscotes, con una loncha de cabezada de cerdo. Estaba buena, pero algo sosa de sabor y en conjunto pecando de algo de miga.
Además, fue terminar el plato y una de las copas cuando el otro camarero nos las retiró de la mesa sin preguntar siquiera si podía hacerlo. Un detalle feo el dejar la mesa vacía cuando tenía sitio libre de sobra en el bar.
En ese momento parecía que el local recuperaba parte de su tranquilidad al salir algunos clientes a fumar, momento que aprovechamos para pedir una tercera ronda.
De nuevo dos cervezas, Alhambra ponía el grifo, que servidas en copa vinieron acompañadas de su tapa.
¿Repetiríamos el éxito de la primera? ¿El sabor agridulce de la segunda? Y esta vez de nuevo una grata sorpresa gracias a dos cuencos de ensaladilla rusa casera o al menos eso dejaba indicar el sabor, suave y cremoso para acompañar a unas patatas que nada tenían que ver con las menestras congeladas que sirven en otros establecimientos.
Muy bien presentada y con mejor sabor y ya con el ambiente más relajado (no en vano eran casi las 11 de la noche) sin embargo se volvió a repetir el hecho de la segunda ronda. Terminadas copas y plato, de forma inmediata fueron retirados.
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