Con la primavera ya estrenada es de esperar que poco a poco las temperaturas vayan subiendo. Salvando las particulares condiciones climatológicas de Granada, donde incluso en el Día de la Cruz en mayo puede hacer frío, lo cierto es que cada vez más el tiempo invita a salir por la noche.
Y así aprovechamos para salir el sábado noche. Salir entre copas. Salir entre vinos y recuperar un lugar que no aparecía en el blog hace casi cinco años.
Un lugar con encanto, ideal para los que buscan un sitio muy agradable, de ambiente tranquilo, donde probar un buen vino. Así que acudimos a la Vinoteca Antonio Pérez.
Sin televisores que molesten, sólo un poco de música suave sirve para acompañar una buena charla. Y el ambiente lo crea la clientela, sosegada y tranquila, sin alborotos ni aprietos en la barra.
Todo se completa con una decoración en la que destaca el uso de la madera, creando un ambiente muy acogedor, completado con un techo iluminado con una vidriera y chacinas colgadas tras la barra, pues es la base de las tapas que podemos probar.
Al llegar nos pedimos una cerveza, en este caso Punta Este de Estrella de Levante de grifo y servida en copa y un vino, un Ribera del Duero.
Decir que nos llamó la atención la marca de la cerveza, la cual nunca habíamos probado y que destacaba por un sabor suave y una gran cremosidad sin exceso de gas. Muy similar a la Estrella de Galicia para así poder tener una idea en el caso de no haberla probado.
Con nuestra primera ronda nos quedamos esperando la tapa, la cual no es a elegir si bien se puede cambiar sin problema alguno. Una tapa que para esta primera ocasión consistió en un platito con salchichón y queso de cerdo acompañado por unas "saladillas" crujientes con un toque de calor de la salamandra.
No es una tapa grande, ni generosa. No nos vamos a ir comidos, pero por otro lado tampoco lo buscamos. Es la tapa ideal para acompañar un vino y eso se agradece.
No hemos dicho que habíamos ocupado un sitio en la barra, si bien el rincón que más nos gusta, el más acogedor, estaba ocupado. Al llegar, unos ocho clientes estaban en la barra y una cosa que nos gusta especialmente del sitio. No suele haber niños ni una juventud que incordie... no es el sitio más adecuado.
Y así aprovechamos para salir el sábado noche. Salir entre copas. Salir entre vinos y recuperar un lugar que no aparecía en el blog hace casi cinco años.
Un lugar con encanto, ideal para los que buscan un sitio muy agradable, de ambiente tranquilo, donde probar un buen vino. Así que acudimos a la Vinoteca Antonio Pérez.
Un local situado en las cercanías de la Facultad de Ciencias, una zona bastante atípica para un local de ambiente más sosegado. Está situado en la calle Trinidad Morcillo, una perpendicular entre la citada Avenida Severo Ochoa y la calle Pintor Rodriguez Acosta, cerca de otras opciones tan variopintas como pueden ser el Bar K-To, La Flecha, Boqué Bar, La Macetilla...
Al llegar nos encontramos con un bar coqueto y acogedor, regentado por Jorge tras una barra en forma de una "Z" recta. De generoso tamaño, se completa con dos pequeñas mesas altas situadas en uno de los laterales del bar.
Sin televisores que molesten, sólo un poco de música suave sirve para acompañar una buena charla. Y el ambiente lo crea la clientela, sosegada y tranquila, sin alborotos ni aprietos en la barra.
Todo se completa con una decoración en la que destaca el uso de la madera, creando un ambiente muy acogedor, completado con un techo iluminado con una vidriera y chacinas colgadas tras la barra, pues es la base de las tapas que podemos probar.
Al llegar nos pedimos una cerveza, en este caso Punta Este de Estrella de Levante de grifo y servida en copa y un vino, un Ribera del Duero.
Decir que nos llamó la atención la marca de la cerveza, la cual nunca habíamos probado y que destacaba por un sabor suave y una gran cremosidad sin exceso de gas. Muy similar a la Estrella de Galicia para así poder tener una idea en el caso de no haberla probado.
Con nuestra primera ronda nos quedamos esperando la tapa, la cual no es a elegir si bien se puede cambiar sin problema alguno. Una tapa que para esta primera ocasión consistió en un platito con salchichón y queso de cerdo acompañado por unas "saladillas" crujientes con un toque de calor de la salamandra.
No es una tapa grande, ni generosa. No nos vamos a ir comidos, pero por otro lado tampoco lo buscamos. Es la tapa ideal para acompañar un vino y eso se agradece.
No hemos dicho que habíamos ocupado un sitio en la barra, si bien el rincón que más nos gusta, el más acogedor, estaba ocupado. Al llegar, unos ocho clientes estaban en la barra y una cosa que nos gusta especialmente del sitio. No suele haber niños ni una juventud que incordie... no es el sitio más adecuado.
Una vez terminada la primera ronda nos dispusimos a pedir una segunda. En esta ocasión dejamos la cerveza y pedimos ya dos vinos. De nuevo dos Ribera del Duero aunque me llamó la atención pedir un generoso que vi pasar.
Dos copas de Monasterio de San Miguel cuya botella nos abrió sobre la marcha y que al poco vino acompañada de la tapa. Esta vez dos tostas de pan crujiente con salmorejo y longaniza mareada, todo acompañado por una pequeña ensalada de remolacha.
Una mezcla con gran sabor que nos supo a poco pero que de nuevo, ofrecía el acompañamiento ideal.
Además y aunque esta vez no lo hicimos, se puede optar y pedir alguno de los platos que vienen en la carta. Roscas de jamón, de lomo, callos, platos de potaje (sí y están muy buenos)... e incluso una vez nos llegaron a poner de tapa un plato de puchero de hinojos. Riquísimo.
El caso es que el sitio, mientras estuvimos, vio como llegaron algunos nuevos clientes pero por regla general eran unas 10 personas las que estábamos allí. Una noche tranquila y agradable.
Como decimos, es un sitio sobre todo para vinos, para tomar algo despacio en buen ambiente. Eso hay que pagarlo y aunque el precio de los vinos, ya sea por copa o botella, no es precisamente barato, hay que entender que en muchas ocasiones hay que pagar algo más que la copa o lo que estamos comiendo como es el caso.
Con la noche ya cerrada nos dispusimos a pedir una tercera ronda, de nuevo con dos vinos, en este ocasión de Castilla y León. Dos copas de Entre Suelos.
La tapa esta vez que acompañó a los caldos era de jamón en asado (no el que podemos probar en Casa Damián o el Ávila) mareado un poco en la sartén y aderezado con pimentón. Una buena mezcla de sabores la que ofrecía el aceite, el pimentón como condimento y el jamón, aunque siendo sinceros, nos había gustado más la anterior.
Al terminar esta ronda, ya eran casi las doce de la noche, decidimos abonar la cuenta. En total cinco vinos y una cerveza por los que tuvimos que pagar 18 euros. Un total que se desglosa en 2 euros la cerveza y 3 y 3,50 euros los vinos (Monasterio de San Miguel y Entre Suelos) respectivamente. Uno de nuestros rincones de la ciudad junto con La Brujidera de Israel, el Jaraiz y Saint Germain, donde pedir un vino bien atendidos.
Dos copas de Monasterio de San Miguel cuya botella nos abrió sobre la marcha y que al poco vino acompañada de la tapa. Esta vez dos tostas de pan crujiente con salmorejo y longaniza mareada, todo acompañado por una pequeña ensalada de remolacha.
Una mezcla con gran sabor que nos supo a poco pero que de nuevo, ofrecía el acompañamiento ideal.
Además y aunque esta vez no lo hicimos, se puede optar y pedir alguno de los platos que vienen en la carta. Roscas de jamón, de lomo, callos, platos de potaje (sí y están muy buenos)... e incluso una vez nos llegaron a poner de tapa un plato de puchero de hinojos. Riquísimo.
El caso es que el sitio, mientras estuvimos, vio como llegaron algunos nuevos clientes pero por regla general eran unas 10 personas las que estábamos allí. Una noche tranquila y agradable.
Como decimos, es un sitio sobre todo para vinos, para tomar algo despacio en buen ambiente. Eso hay que pagarlo y aunque el precio de los vinos, ya sea por copa o botella, no es precisamente barato, hay que entender que en muchas ocasiones hay que pagar algo más que la copa o lo que estamos comiendo como es el caso.
Con la noche ya cerrada nos dispusimos a pedir una tercera ronda, de nuevo con dos vinos, en este ocasión de Castilla y León. Dos copas de Entre Suelos.
La tapa esta vez que acompañó a los caldos era de jamón en asado (no el que podemos probar en Casa Damián o el Ávila) mareado un poco en la sartén y aderezado con pimentón. Una buena mezcla de sabores la que ofrecía el aceite, el pimentón como condimento y el jamón, aunque siendo sinceros, nos había gustado más la anterior.
Al terminar esta ronda, ya eran casi las doce de la noche, decidimos abonar la cuenta. En total cinco vinos y una cerveza por los que tuvimos que pagar 18 euros. Un total que se desglosa en 2 euros la cerveza y 3 y 3,50 euros los vinos (Monasterio de San Miguel y Entre Suelos) respectivamente. Uno de nuestros rincones de la ciudad junto con La Brujidera de Israel, el Jaraiz y Saint Germain, donde pedir un vino bien atendidos.
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Estoy de acuerdo contigo con la frescura de Montal, pero no es vino de Castilla y Leon, sino de la Mancha. Tiene ena rcp muy buena y te recomiendo que intentes probar el syrah y el blanco airen. Deliciosos ! Asi que buen provecho!
ResponderEliminarGracias por la aclaración :-) ... Nos vemos por los bares
ResponderEliminarBuen fin de semana para todos
A nosotros este sitio nos gusta mucho. El lugar, la atención, los vinos, las tapas y las raciones. Todo un acierto.
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