Estamos ya en verano... llevamos unos días en la época más calurosa del año y vaya si lo estamos notando, con unas temperaturas que a muchos invitan a buscar una terraza y si es en la costa mucho mejor. Así que eso hicimos, en una excursión durante las fiestas del Corpus a la Costa Tropical Granadina, más exactamente a La Herradura.
Una visita que nos hizo descubrir algunos buenos bares y este es el primero de ellos. Un bar situado en La Herradura, el último pueblo de la provincia antes de llegar a Málaga en el que nos sentamos a tapear en la terraza de El Chorrillo.
Situado en la Plaza de San José, cerca de la Rambla del Espinar y en una de las arterias del pueblo (Acera del Pilar), nos tenemos que alejar de las zonas eminentemente turísticas para encontrarlo. Es un bar de pueblo, sin artificios ni adornos innecesarios.
Nos sentamos en la terraza, que con la gloriosa temperatura que teníamos era la opción más apropiada, sobre todo viniendo del agobiante calor de Granada capital.
Con dos mesas libres nos sentamos en una de ellas y nos atienden enseguida pese a que sólo un camarero se encargaba de cubrir la terraza.
Pedimos dos cervezas y nos preguntan si queremos una tapa de pescado, a lo que decimos que sí. No son por lo tanto tapas a elegir pero sí que tenemos margen y opciones para optar por una u otra de las que nos pueden ofrecer.
Las cervezas no tardan en llegar, en dos copas de generosas dimensiones bien frías de Cruzcampo, algo de lo que ya avisan las mesas con el emblema de la marca.
A continuación llega la tapa. Un plato con pescado (dos pescados para ser exactos) y tomate. Y respecto al tipo de pescado no podemos decir de que se trataba si bien se asemejaba mucho a sardinas.
Pescado bien hecho, algo seco pero que se complementaba muy bien con un tomate jugoso y de gran sabor, nade de esos tomates huecos que tanto abundan hoy día.
Al estar en costa, con la humedad, la cerveza y cualquier consumición que tomemos bien fría, se calienta, comienza a sudar, por lo que no tardamos mucho en volver a pedir otra ronda.
Esta vez optamos por pedir dos tercios de Alhambra Especial. Una ronda en la que nos ofrecieron de tapa salchichas en salsa con patatas... a lo que dijimos que sí.
No tardó en llegar un buen plato de salchichas en salsa, jugosas y tiernas, acompañadas de patatas fritas y un poco de pan, indispensable en un plato con salsa.
Buena tapa y buen sabor que disfrutamos mientras mirábamos la carta con la idea de pedir alguna ración o plato, puesto que de bebida íbamos servidos.
Al llamar al camarero este nos preguntó si las tapas eran de nuestro agrado y optamos por pedir media de croquetas, ante lo que nos dio a elegir si de rabo de toro o de pollo. Optamos por el pollo al tiempo que nos ofreció amablemente otros platos fuera de carta.
Con la buena noche algunos clientes habían abandonado sus mesas, pero seguía la actividad intensa en cocina.
No tardaron en servirnos la media que habíamos pedido. Un plato de barro con cuatro croquetas caseras y patatas fritas.
Respecto a las croquetas, bien fritas, crujientes, con la bechamel en su punto y trozos de pollo perfectamente saboreables. En el debe de la tapa... las patatas. Y es que si pedimos media de algo, es media de ese algo, no algo con patatas. En ese caso habría sido más interesante servir seis croquetas sin patatas...
Un plato que sirvió para que terminásemos con la cerveza que aún teníamos pendiente antes de pedir la cuenta.
Y en este momento otra sorpresa agradable. En terraza, las cuatro consumiciones y la media de croquetas por 15,50 euros de los que un total de 8 euros eran las cervezas, contando con el mismo precio el tercio de Alhambra que la Cruzcampo de grifo. Buena atención, buen precio y cocina casera para un bar al que seguro volveremos.
Una visita que nos hizo descubrir algunos buenos bares y este es el primero de ellos. Un bar situado en La Herradura, el último pueblo de la provincia antes de llegar a Málaga en el que nos sentamos a tapear en la terraza de El Chorrillo.
Situado en la Plaza de San José, cerca de la Rambla del Espinar y en una de las arterias del pueblo (Acera del Pilar), nos tenemos que alejar de las zonas eminentemente turísticas para encontrarlo. Es un bar de pueblo, sin artificios ni adornos innecesarios.
Nos sentamos en la terraza, que con la gloriosa temperatura que teníamos era la opción más apropiada, sobre todo viniendo del agobiante calor de Granada capital.
Con dos mesas libres nos sentamos en una de ellas y nos atienden enseguida pese a que sólo un camarero se encargaba de cubrir la terraza.
Pedimos dos cervezas y nos preguntan si queremos una tapa de pescado, a lo que decimos que sí. No son por lo tanto tapas a elegir pero sí que tenemos margen y opciones para optar por una u otra de las que nos pueden ofrecer.
Las cervezas no tardan en llegar, en dos copas de generosas dimensiones bien frías de Cruzcampo, algo de lo que ya avisan las mesas con el emblema de la marca.
A continuación llega la tapa. Un plato con pescado (dos pescados para ser exactos) y tomate. Y respecto al tipo de pescado no podemos decir de que se trataba si bien se asemejaba mucho a sardinas.
Pescado bien hecho, algo seco pero que se complementaba muy bien con un tomate jugoso y de gran sabor, nade de esos tomates huecos que tanto abundan hoy día.
Al estar en costa, con la humedad, la cerveza y cualquier consumición que tomemos bien fría, se calienta, comienza a sudar, por lo que no tardamos mucho en volver a pedir otra ronda.
Esta vez optamos por pedir dos tercios de Alhambra Especial. Una ronda en la que nos ofrecieron de tapa salchichas en salsa con patatas... a lo que dijimos que sí.
No tardó en llegar un buen plato de salchichas en salsa, jugosas y tiernas, acompañadas de patatas fritas y un poco de pan, indispensable en un plato con salsa.
Buena tapa y buen sabor que disfrutamos mientras mirábamos la carta con la idea de pedir alguna ración o plato, puesto que de bebida íbamos servidos.
Al llamar al camarero este nos preguntó si las tapas eran de nuestro agrado y optamos por pedir media de croquetas, ante lo que nos dio a elegir si de rabo de toro o de pollo. Optamos por el pollo al tiempo que nos ofreció amablemente otros platos fuera de carta.
Con la buena noche algunos clientes habían abandonado sus mesas, pero seguía la actividad intensa en cocina.
No tardaron en servirnos la media que habíamos pedido. Un plato de barro con cuatro croquetas caseras y patatas fritas.
Respecto a las croquetas, bien fritas, crujientes, con la bechamel en su punto y trozos de pollo perfectamente saboreables. En el debe de la tapa... las patatas. Y es que si pedimos media de algo, es media de ese algo, no algo con patatas. En ese caso habría sido más interesante servir seis croquetas sin patatas...
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