Unos de los clásicos de la ciudad es el Saint Germain. Un local emblemático con una clientela fiel a la que se suma una gran cantidad de visitantes que llegan para descubrir lo que tiene que ofrecer.
Situado en una de las mejores zonas de la ciudad, lo podemos encontrar en la calle Postigo Velutti, más exactamente en la Placeta del Pulgar, junto a la Gran Vía. Y si quieres encontrar hueco, no retrases la hora.
Situado en una de las mejores zonas de la ciudad, lo podemos encontrar en la calle Postigo Velutti, más exactamente en la Placeta del Pulgar, junto a la Gran Vía. Y si quieres encontrar hueco, no retrases la hora.
Llama especialmente la atención decoración del sitio, teniendo su nota de peculiaridad en el hecho de que está enteramente dedicado a Marcel Proust, con las paredes o la carta plagada de fotos, textos y recuerdos del escritor. Si no hay mucha gente lo podéis comprobar sin problema.
Nuestra visita data de los días de Semana Santa para comprobar los cambios desde la última crónica, hace casi cuatro años cuando disfrutamos del tapeo en su tranquila terraza.
Y claro, cómo no podía ser de otra forma, al llegar en Viernes Santo nos encontramos con el local lleno, con sólo un hueco en la barra que ocupamos sin dudar.
Aparte de la gran afluencia de gente, el otro elemento clave es que es un local coqueto y pequeño. La barra no es muy amplia y debemos optar por uno de los huecos que hay en la barra junto a la pared.
El interior está profusamente decorado con alusiones a Proust y la cantidad de botellas de vino nos indican cual es el líquido elemento que va a predominar entre las copas de los clientes.
Tienen una carta muy amplia, de las mejores de la ciudad que hacen que entre en la selección de otras buenas alternativas para copear cómo son La Brujidera (para nosotros la mejor opción), el Jaraiz y Vinoteca Antonio Perez.
Volviendo a nuestra experiencia en el Saint Germain, una vez ocupado el hueco en la barra pedimos una primera ronda con tres cervezas y una coca cola. La tapa no es a elegir y dado que el espacio en la barra (junto a la cubeta de vinos) es diminuto, tuvimos que buscar una alternativa.
En ese momento un sitio se quedó libre junto a la esquina en la pared y lo ocupamos. Así no teníamos que tener en la mano el plato de la primera tapa, cuatro tostas de ibérico de la cual no hay fotos pues falló la cámara y no salieron con la calidad adecuada.
Sí que podemos decir que el sabor era muy bueno y aunque el tamaño no era excesivo, sí que cumplía de sobra con su cometido. Lo que sí que tenemos es parte del contenido de la carta
Ya con un sitio ocupado, nos dispusimos a pedir otra nueva ronda con las mismas bebidas pero con un Rioja (sin especificar marca) sustituyendo la bebida gaseosa. Y de esta tapa ya sí que tenemos foto.
Eran cuatro cuencos pequeños con ensalada de salmón. Un sabor suave en el que se mezclaba el pescado con el tomate, la cebolla y un toque de salsa. Acompañados por unas cuñas de pan, el sabor era muy bueno, tanto es así que no dejamos ni las migas.
Había pasado más de una hora... la gente iba y venía, pero allí seguía sin entrar un alfiler. De hecho y al tener los vasos vacíos, muchos miraban nuestro rincón con ojos golosos.
Ante la pregunta de una camarera, si queríamos algo más, volvimos a pedir otra ronda y de nuevo con tres cervezas y un Rioja.
La tapa esta vez vino de forma simultánea y era más ligera que las dos anteriores. Cuatro mitades de cogollos de lechuga bañados en salsa y aderezados con morrones. Y cómo complemento cortezas.
Era más ligera y puede que la lechuga tuviera más agua de la deseada, quizás algo más seca habría sido deseable. No obstante y para ser la tercera, conviene comenzar a bajar el ritmo y esta tapa evitaba que saliésemos llenos.
Era la hora de abandonar el local y acudir a San Jerónimo a ver cómo se encerraba la última cofradía del día, por lo que decidimos pagar. Recapitulamos. Nueve cervezas en vaso, una coca cola y dos riojas, todo por 29 euros. Y dado que había gran cantidad de gente y con las prisas perdimos el ticket, no podemos ofreceros el precio individual de cada consumición. No obstante en cuando tengamos opción completaremos el análisis con los precios.
Semana Santa es una época complicada en hostelería, sobre todo cuando hemos tenido un lleno casi pleno en la ciudad. Y aún así se agradece la profesionalidad del personal de bares y restaurantes (aunque siempre hay algún garbanzo negro).
Y claro, cómo no podía ser de otra forma, al llegar en Viernes Santo nos encontramos con el local lleno, con sólo un hueco en la barra que ocupamos sin dudar.
Aparte de la gran afluencia de gente, el otro elemento clave es que es un local coqueto y pequeño. La barra no es muy amplia y debemos optar por uno de los huecos que hay en la barra junto a la pared.
El interior está profusamente decorado con alusiones a Proust y la cantidad de botellas de vino nos indican cual es el líquido elemento que va a predominar entre las copas de los clientes.
Tienen una carta muy amplia, de las mejores de la ciudad que hacen que entre en la selección de otras buenas alternativas para copear cómo son La Brujidera (para nosotros la mejor opción), el Jaraiz y Vinoteca Antonio Perez.
Volviendo a nuestra experiencia en el Saint Germain, una vez ocupado el hueco en la barra pedimos una primera ronda con tres cervezas y una coca cola. La tapa no es a elegir y dado que el espacio en la barra (junto a la cubeta de vinos) es diminuto, tuvimos que buscar una alternativa.
En ese momento un sitio se quedó libre junto a la esquina en la pared y lo ocupamos. Así no teníamos que tener en la mano el plato de la primera tapa, cuatro tostas de ibérico de la cual no hay fotos pues falló la cámara y no salieron con la calidad adecuada.
Sí que podemos decir que el sabor era muy bueno y aunque el tamaño no era excesivo, sí que cumplía de sobra con su cometido. Lo que sí que tenemos es parte del contenido de la carta
Ya con un sitio ocupado, nos dispusimos a pedir otra nueva ronda con las mismas bebidas pero con un Rioja (sin especificar marca) sustituyendo la bebida gaseosa. Y de esta tapa ya sí que tenemos foto.
Eran cuatro cuencos pequeños con ensalada de salmón. Un sabor suave en el que se mezclaba el pescado con el tomate, la cebolla y un toque de salsa. Acompañados por unas cuñas de pan, el sabor era muy bueno, tanto es así que no dejamos ni las migas.
Había pasado más de una hora... la gente iba y venía, pero allí seguía sin entrar un alfiler. De hecho y al tener los vasos vacíos, muchos miraban nuestro rincón con ojos golosos.
Ante la pregunta de una camarera, si queríamos algo más, volvimos a pedir otra ronda y de nuevo con tres cervezas y un Rioja.
La tapa esta vez vino de forma simultánea y era más ligera que las dos anteriores. Cuatro mitades de cogollos de lechuga bañados en salsa y aderezados con morrones. Y cómo complemento cortezas.
Era más ligera y puede que la lechuga tuviera más agua de la deseada, quizás algo más seca habría sido deseable. No obstante y para ser la tercera, conviene comenzar a bajar el ritmo y esta tapa evitaba que saliésemos llenos.
Era la hora de abandonar el local y acudir a San Jerónimo a ver cómo se encerraba la última cofradía del día, por lo que decidimos pagar. Recapitulamos. Nueve cervezas en vaso, una coca cola y dos riojas, todo por 29 euros. Y dado que había gran cantidad de gente y con las prisas perdimos el ticket, no podemos ofreceros el precio individual de cada consumición. No obstante en cuando tengamos opción completaremos el análisis con los precios.
Semana Santa es una época complicada en hostelería, sobre todo cuando hemos tenido un lleno casi pleno en la ciudad. Y aún así se agradece la profesionalidad del personal de bares y restaurantes (aunque siempre hay algún garbanzo negro).
Además os dejamos con la crónica que en su momento hicimos para que podáis comparar tapas y ver cual es la terraza que ofrecen, que ya se acerca la época propicia para tapear en la calle.
Y llegados a este punto, estas serían las conclusiones.
Local coqueto, con una decoración añeja pero con encanto
El sabor a antigüo
Para algunos no elegir la tapa
Lo difícil que es encontrar hueco
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Y llegados a este punto, estas serían las conclusiones.
Local coqueto, con una decoración añeja pero con encanto
El sabor a antigüo
Para algunos no elegir la tapa
Lo difícil que es encontrar hueco
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