Para la anterior crónica acudimos a La Chana y en esta semana cambiamos el tercio y nos desplazamos a la otra "punta" de la ciudad. Una zona en la que encontramos bares cómo el Mesón Casa Mariano o el Rincón de la Abuela. Vamos al bar Mamut en Bola de Oro a probar las tapas que ofrecen.
Un local situado en el Camino Real de los Neveros haciendo esquina con la calle Hoya de la Mora. De hecho la pequeña terraza que tienen da a la fuente en la rotonda que hay en la intersección antes situada en el Paseo del Salón.
Cuando llegamos la terraza estaba llena, pese a que seguíamos con una noche fresca, la tónica de esta primavera atípica que estamos viviendo. Optamos por entrar y sentarnos junto a la ventana.
En el interior la barra es amplia, con una pequeña barra situada junto a las ventanas y algunas mesas altas. Nos hicimos con dos taburetes y allí nos quedamos, con la ventana abierta y buena temperatura.
Al poco llegó el camarero dispuesto a atendernos entre la frenética actividad del interior. Pedimos dos cervezas, sendas copas de Estrella de Galicia de grifo muy bien tirada. Las tapas a elegir den entre la carta escrita en la pizarra de la pared.
Para estas dos cervezas nos quedamos con patatas bravas y una tosta de guacamole y pollo.
Las bravas muy bien fritas y con el sabor justo de picante en un plato de buen tamaño. La salsa picante, eso sí, no parecía ser casera, o al menos esa es la impresión que nos dio.
La otra tapa, la tosta de guacamole y pollo venía acompañada de unas aceitunas. El pan estaba tostado, crujiente y el filete de pollo en un principio casi parecía más bien cerdo. Algo corto en sal, no obstante tenía un buen sabor general.
Había ido cayendo la noche y la terraza seguía estando ocupada, por lo que repetimos en el interior con otras dos cervezas.
Esta vez optamos por una tapa de "saladilla" con ibéricos (salchichón y chorizo) y una tosta de paté con anchoas.
Buen sabor en el caso de la tosta, de nuevo pasada por la salamandra cómo en el caso anterior.
Un paté vía casi seguro thermomix, al menos por la textura, era el contrapunto para el sabor más salado de la anchoa. Pequeña pero interesante la tapa.
Respecto de la "saladilla" de ibéricos nos encontramos con un cuarto de "saladilla". Más grande que en otros lugares, por eso el usar sólo una de las partes en forma de cuarto.
El problema que encontramos es que estaba tostada o quizás demasiado reseca. Además los ibéricos no ayudaban a mitigar la sequedad. En comparación con la misma tapa en otros locales tenemos que reconocer que no nos conquistó.
Decidimos en ese momento abonar la cuenta antes de abandonar el bar tras las dos rondas. Un total de 8,80 euros (2,20 euros) por cada una de las cervezas fue el precio de la noche en Mamut.
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