Probamos las tapas de Panema Gastrobar: ¿decoración y sabor pueden ir de la mano?

 

Estamos a viernes y eso quiere decir que hay crónica a la vista. Ni el frío impide que lleguemos a tiempo mientras en el horizonte ya resuena el sabor a Navidad.

Esta semana probamos un nuevo local tras las recomendaciones que nos han hecho en las redes sociales. Se llama Panema Gastrobar y está en el Camino de Ronda, en el local en el que antes estaba situado el Boqué.

Al entrar nos encontramos con un sitio amplio, decorado de forma moderna y cuidada en la que predominal los tonos blancos y en madera algo fríos que se mitigan por una cálida luz ambiente. Y todo con una especie de reaguetton sonando de fondo...

Llegamos a eso de las 9 de la noche y había sitio disponible de sobra, algo que cambió cuando al poco se acabaron llenando todas las mesas. Había bastantes en las que sentarsem, mesas altas y bajas y una barra de generosas dimensiones.

 

Nos atendieron enseguida y pedimos una cerveza sin y una caña de grifo. Con varias marcas entre las que elegir, nos informa el camarero que se ha acabado el barril y no puede cambiarlo sólo. Nos quedamos un poco a cuadros...

El resultado es que pedimos un tercio de cerveza (hay variedad de marcas nacionales) y una sin de grifo. Las tapas son a elegir y las pedimos sobre la marcha.

De entrada optamos por dos tapas de secreto ibérico, un sabor tradicional, mientras ojeábamos la carta de tapas y vinos.

Al llegar la tapa una sensación agridulce. Secreto ibérico, con media rebanada de pan que no parecía ser del día y acompañado de patatas chips, de bolsa, y un poco de salsa.

 

No es comprensible que un establecimiento con la etiqueta de gastrobar ponga en una tapa como complemento patatas fritas de bolsa. 

Quedaría mucho mejor un poco de puré de patata, una patata cocida... Por otro lado el sabor del secreto no era nada del otro mundo. Decepción con esta primera tapa.

Los comensales de al lado piden un vino de una carta con precios que no son lógicos, cómo en la mayoría de los bares de Granada. Lo que más nos sorprende, es que la señora que pide el vino, pide información y los camareros no saben nada sobre el vino que sirven... sólo aciertan a decir que es nacional. No es concebible con esos precios...

Volvemos a pedir una segunda ronda para dar una nueva oportunidad y esta vez pedimos crujientes de col y carne y champiñones rellenos con cebolla crispy para acompañar a otra cerveza sin de grifo y una caña (ya habían cambiado el barril).

Estas tapas sí eran otra cosa, al menos en apariencia. Las salsas en ambas, deliciosa, le daba empaque a una tapa que sin ese añadido no destacaría especialmente.

Un gran sabor tanto en el momento como el que se quedaba en la boca, con un toque algo picante en el caso de los champiñones. La cebolla era el contrapunto crujiente a los champiñones, blanditos.

 

Como curiosidad, la diferencia de tamaño mínima entre la caña y la cerveza normal, pues las copas eran muy similares. 

El reaguetton del principio había dado el paso al fútbol a buen volumen en dos televisores, por lo que optamos por abandonar pedir la cuenta y abandonar el local. Otro punto a corregir: un local que se apellide gastro, no puede poner el fútbol a un volumen tan alto... hay que cuidar el ambiente.

 

El precio total por las cuatro consumiciones fue de 9,60 euros, a 2,30 euros por cada cerveza de grifo (ya sea sin, con y caña) y a 2,40 el tercio.

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El sabor de las salsas

La decoración, muy cuidada

Algunas tapas no parecen a la altura

El precio de los vinos, demasiado alto

Fútbol, reaguetton... no acompañan